domingo, 7 de septiembre de 2014

Eternamente Cortázar


Julio Florencio Cortázar fue un escritor e intelectual argentino. Nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914 y murió en París en 1984. 
Vivió casi toda su vida en Argentina y buena parte en Europa. Residió en Italia, España, Suiza y París, ciudad donde se estableció en 1951 y en la que ambientó algunas de sus obras. 
Hombre de fuertes ideales y comprometido activamente con la política, optó por la nacionalidad francesa en 1981, en protesta contra el gobierno militar autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.



Se lo considera uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general, y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano, rompiendo los moldes clásicos mediante narraciones que escapan de la linealidad temporal. Debido a que los contenidos de su obra transitan en la frontera entre lo real y lo fantástico, suele ser puesto en relación con el realismo mágico e incluso con el surrealismo.

Según el propio escritor, su infancia fue brumosa y con un sentido del tiempo y del espacio diferente al de los demás. Cuando el futuro escritor contaba seis años de edad, su padre abandonó a la familia, y ésta ya no volvió a tener contacto con él. Julio fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector, primero, y de escritor después.
A los nueve años ya había leído a Julio Verne, Victor Hugo y Edgar Allan Poe, padeciendo por ello frecuentes pesadillas durante un tiempo. Solía además pasar horas leyendo un diccionario Pequeño Larousse. Leía tanto que su madre primero acudió al director de su colegio y luego a un médico para preguntarles si era normal, y éstos le recomendaron que su hijo dejara de leer o leyera menos durante cinco o seis meses, para que en cambio saliera a tomar el sol.
También fue un escritor precoz, a los nueve o diez años ya había escrito una pequeña novela —afortunadamente perdida, según el propio autor— e incluso antes algunos cuentos y sonetos. Dada la calidad de sus escritos, su familia, incluida su madre, dudó de la veracidad de su autoría, lo que generó una gran pesadumbre en Cortázar, quien compartió ese recuerdo en entrevistas posteriores

Su primer cuento, «Bruja», fue publicado en la revista Correo Literario.
Reunió un primer volumen de cuentos, La otra orilla. Regresó a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en la Cámara Argentina del Libro y ese mismo año publicó el cuento «Casa tomada» en la revista Los Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges, así como también un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, «La urna griega en la poesía de John Keats» en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo.
En 1947 colaboró en varias revistas, entre ellas, Realidad. Publicó un importante trabajo teórico, Teoría del túnel, y en Los Anales de Buenos Aires, donde aparece su cuento «Bestiario».
Al año siguiente obtuvo el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente llevan tres años. El esfuerzo le provocó síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de cucarachas en la comida) desaparece con la escritura del cuento Circe, que junto con los dos anteriores citados aparecidos en la revista Los anales de Buenos Aires, serían incluidos más adelante en el libro Bestiario.
En 1949 publicó el poema dramático «Los reyes», primera obra firmada con su nombre real e ignorado por la crítica. Durante el verano escribió una primera novela, Divertimento, que de alguna manera prefigura Rayuela, que escribiría en 1963.
En 1950 escribió su segunda novela, El examen, rechazada por el asesor literario de la Editorial Losada, Guillermo de Torre. Cortázar la presentó a un concurso convocado por la misma editorial, nuevamente sin éxito, y, como la primera novela, vio la luz apenas en 1986.
En 1951 publicó Bestiario, una colección de ocho relatos que le valieron cierto reconocimiento en el ambiente local. Poco después, disconforme con el gobierno de Perón, decidió trasladarse a París, ciudad donde, salvo esporádicos viajes por Europa y América Latina, residiría el resto de su vida.

En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorga la nacionalidad francesa.
Julio Cortázar murió el 12 de febrero de 1984


Su obra poética
Aunque Cortázar es reconocido principalmente por su narrativa, escribió gran cantidad de poemas en prosa (en libros mixtos como Historias de cronopios y de famas, Un tal Lucas, Último round); e incluso poemas en verso (Presencia, Pameos y meopas, Salvo el crepúsculo).
Colaboró en muchas publicaciones en distintos países, grabó sus poemas y cuentos, escribió letras de tangos (por ejemplo con el Tata Cedrón) y le puso textos a libros de fotografías e historietas. Grabó en Alemania con el bandoneonista Juan José Mosalini el poema Buenas noches, che bandoneón y, con otros autores latinoamericanos, Poesía trunca, discos de Casa de las Américas en homenaje a vates revolucionarios (1978).


Su obra maestra
Rayuela es probablemente su obra más reconocida, escrita en 1963. La historia del protagonista, Horacio Oliveira, y su relación con "La Maga", es narrada de un modo tal que juega con la subjetividad del lector. A esta obra suele llamársela «antinovela», aunque el mismo Cortázar prefería denominarla «contranovela». La obra ofrece diferentes lecturas, de modo que es "un libro que es muchos libros", pero sobre todo dos. El primero se lee desde el principio y termina en el capítulo 56. El segundo se comienza a leer en el capítulo 73 y al final de cada capítulo se indica dónde continuar la lectura.
Si bien el estilo que se mantiene a lo largo de la obra es muy variado, se la considera una de las primeras obras surrealistas de la literatura argentina. «De alguna manera es la experiencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura», dijo Cortázar de Rayuela cuando se le preguntó qué significaba para él. En Rayuela Cortázar crea incluso un nuevo lenguaje, el glíglico, un lenguaje musical que se interpreta como un juego exclusivo, compartido por los enamorados, que los aísla del resto del mundo. El capítulo 68 está completamente escrito en glíglico.